Leer (a Freud) con otros ojos (I)

 



“¿Qué sucedió para que Freud abandonara la neurología? Se encontró, no con la histeria, sino con otra forma de leerla, ese es el verdadero acontecimiento.

Se puede decir que el psicoanálisis comienza por —y con— la posibilidad de perderse en un saber dado; haciendo de la lectura equivocidad; haciendo vacilar los sentidos establecidos, los cuerpos amarrados a la univocidad del saber médico.”


— Alexandra Kohan


¿Qué es leer?


        El diccionario arroja varias definiciones acerca del significado de “leer”: 1. pasar la vista por lo escrito comprendiendo la significación de los caracteres empleados, 2. descubrir por indicios algo oculto que ha sucedido, 3. adivinar algo oculto mediante prácticas esotéricas*. En sentido tradicional, —leer un texto— sería el proceso de decodificar signos para acceder a un significado coherente, donde el acto de lectura se considera exitoso cuando el lector comprende de manera total o completa la idea del autor. Desde esta perspectiva, el proceso de lectura implicaría una alineación entre el significante (las palabras del texto) y el significado (la comprensión del lector), dando lugar a una asimilación del contenido transmitido. Continuar la tradición, alinearse, asimilar, posicionarse como un descendiente, como un receptáculo de ideas: leer como repetir (wiederholung).


        Pero, ¿no sería apuntar hacia algo imposible?, ¿no sería este aparente éxito un asfixiante fracaso?. La tradición formula que leer es comprender, una fórmula no solo rígida sino que puede conducirnos a una trampa: la ilusión de que es posible captar de manera total, completa y definitiva el significado/sentido que el autor ha depositado en su texto, cerrando la posibilidad de otras formas de ser, de abrir otras interpretaciones. Es aquí donde dos perspectivas críticas vienen a poner en duda esta formulación: Jacques Lacan quien sostiene que leer no es comprender, y Harold Bloom quien propone al mal-entendendido como base de la lectura.


        Para Lacan, leer no consiste en alinear el significante con un significado estable/fijo, sino mas bien introducir una disrupción, una des-alineación en el proceso de comprensión. En lugar de asimilar pasivamente el contenido, la lectura apuntaría a la imposibilidad de capturar el sentido en su totalidad. Los significantes operan de forma independiente, deslizándose continuamente y resistiéndose a una interpretación fija. Leer sería entonces un acto que pone de manifiesto el vacío entre lo que el texto parece decir y lo que realmente revela, llevándonos más allá de lo simbólico hacia lo real, ese registro que escapa a la representación y desafía la comprensión plena. Aquí, el lector no es un receptor pasivo de ideas, sino un sujeto (?)  que se encuentra con lo incierto, lo fragmentado y lo indescifrable. Así, la lectura, lejos de ser una actividad destinada a comprender el significado, es más bien un encuentro con aquello que escapa a la simbolización. Desde una óptica lacaniana, el lenguaje está siempre marcado por una falta, y leer sería enfrentarse a ella, a lo que el texto no puede decir de manera explícita, a la imposibilidad de ser comprendido en su totalidad. 


        La lectura, entonces, no se reduce a un proceso de alineación entre significante y significado, sino que se despliega en el espacio de lo real —aquello que no puede ser completamente simbolizado ni imaginado. Lacan problematiza la noción tradicional de la lectura al enfatizar que esta no implica la captura de un sentido unificado, sino el descubrimiento de lo fragmentario, lo múltiple y lo inarticulado que subyace en el texto. Así, leer sería un encuentro con los límites del lenguaje y con lo que este no puede abarcar.



        Por su parte, Harold Bloom (2001) introdujo la noción de la "necesidad del mal-entendido" como clave para comprender el proceso creativo y crítico en la lectura. Para Bloom, el acto de leer nunca es un acto neutral ni puramente receptivo; todo lector inevitablemente malinterpreta el sentido del texto que está leyendo. Este malentendido, lejos de ser un error o una deficiencia, es en realidad la base misma de la lectura, ya que permite la renovación y la reinterpretación del texto. 


        La "angustia de la influencia", otro de los conceptos centrales de Bloom, se relaciona con la idea de que los autores, para ser originales, deben rebelarse contra las lecturas anteriores y contra los textos que los han formado, releyendo estos textos de una manera distorsionada. En otras palabras, Bloom sostiene que cada lectura es  un acto de creación y, a su vez, de recreación (erholung). La lectura es un diálogo conflictivo con el pasado, pero los significados nunca permanecen fijos, de modo que son constantemente transformados por el lector. El malentendido es, por lo tanto, no solo una necesidad inevitable, sino también el motor del pensamiento crítico


        Bajo esta luz, la tradición de leer para comprender plenamente a un autor se desmorona, ya que cada interpretación traería consigo sus propios desvíos y malentendidos, lo cual es precisamente lo que mantiene vivo al texto. Bloom invita a considerar al proceso de lectura como un proceso dinámico y conflictivo, donde la tensión entre lo que el texto dice y lo que el  lector percibe genera un espacio de creación y resistencia ante las ideas here-dadas.



Posición de—lector (elector)


“Lo que diferencia al hombre del animal es que el primero es un heredero y no un mero descendiente.”

— José Ortega y Gasset


“Conviene encarar nuestra época  de manera diferente. Esta consiste en “escoger su herencia”, según sus propios términos: ni aceptar todo ni barrer con todo.  […] La mejor manera de  ser fiel a una herencia, es serle infiel, es decir, no recibirla como una totalidad, sino mas bien pescarla en falta, captar su momento dogmático.”

— Elisabeth Roudinesco a Jacques Derrida


La figura del-lector como elector puede entenderse a partir de la idea de que este, en lugar de ser un mero receptor pasivo de un legado textual, decide posicionarse como un “agente” activo que se confronta con la herencia del texto y su transmisión. Leer-heredar no implica recibir sin cuestionar, sino una elección donde se critica y se transforma lo recibido.


El-lector no sería un descendiente que se alinea inocentemente con el texto y los supuestos significados, sino un heredero que logra dif(h)erenciar que elementos recoger y que otros rechazar. La lectura no se trata de asimilar todo lo que el autor propone como una-verdad monolítica (unívoca) sino de lograr un juicio crítico. La herencia textual se convierte así en un campo de tensión, donde la fidelidad al legado implica, paradójicamente, una cierta infidelidad.


El-lector no recibe la totalidad del texto como un conjunto cerrado, sino que lo "pesca en falta", identificando sus huecos, sus límites y contradicciones. Este acto de leer implica entonces una doble operación: una apropiación de lo que el texto ofrece, pero también una traición-traducción que lo reconfigura. El lector, al elegir qué significados privilegiar, se desmarca de una ali(e)neación absoluta con el texto, revelando una actitud crítica que desafía el sentido fijo y resalta la imposibilidad de una comprensión totalizadora.


El-lector, al no asumir el texto como una verdad completa y acabada, es fiel al espíritu de la herencia, en el sentido de que le permite continuar su transformación, su dinamismo y su vida. Cada lectura es una toma de posición respecto a lo que se hereda. Al elegir lo que se lee, cómo se lee y desde qué marco, el lector se convierte en un sujeto que transforma la relación con el texto y con el legado cultural en su conjunto.


herej(h)eredero


Freud como lector in-fiel; formando un camino propio.


Pensar a Freud en el contexto de su obra implica reconocerlo como un lector in-fiel, no solo de otros sino también de sí mismo. A lo largo de su vida, sostuvo el legado de innumerables autores y maestros. Su biografía revela una trayectoria marcada por encuentros significativos: desde su adolescencia Freud se sumergió en obras de poetas como Börne y Goethe, cuya influencia alimentó su imaginación, su originalidad. Como médico, fue ayudante de Brücke,  donde comenzó a explorar la relación entre la fisiología y la conducta. Posteriormente trabajó bajo la dirección de Theodor Meynert, quien le enseñó sobre la anatomía del sistema nervioso.  Mas tarde viajó a París para estudiar con Charcot, lo que abrió una puerta a otra forma de concebir/leer la histeria y el tratamiento de los trastornos psíquicos. Además, eligió a Joseph Breuer como su mentor, con quien desarrolló las primeras ideas sobre la cura a través de la palabra.


Sin embargo, a medida del avance de su formación, Freud fue abriendo un camino propio, posibilitando una lectura crítica que le permitió tomar distancia de las influencias recibidas. Esta infidelidad al canon establecido lo llevó a cuestionar y reinterpretar la teoría de sus predecesores. Desarrollando una capacidad para tomar de sus maestros lo que le resultaba útil, pero también descartar/desechar lo que no resonaba con su propia experiencia y observación clínica. A través de sus lecturas y experiencias, fue construyendo un marco teórico que, aunque estaba anclado en la tradición también la trans-gredía.


Para ejemplificar este punto se toma como referencia la “Comunicación Preliminar” de Estudios sobre la Histeria, ya que es un texto/tejido escrito a cuatro manos (Breuer-Freud) donde se puede vislumbrar la disparidad de posiciones y la ruptura entre ambos, que se ejemplifica con el siguiente dibujo:



         La lectura que proponía Breuer sobre los síntomas de la paciente era incompatible con la lectura freudiana, que ya comenzaba a vislumbrar a la sexualidad como punto de partida para su elaboración teórica. A través de esta discrepancia también comenzará a gestarse la idea sobre la dinámica y el amor de transferencia, el suelo común, la condición y, múltiples veces, también el obstáculo para el análisis.


Es entonces que Freud nos muestra que el proceso de lectura es, en sí mismo, un acto de reescritura y reconfiguración de la herencia cultural. Su camino es una invitación a mantener una actitud crítica hacia los textos y a formar una interpretación propia, eligiendo lo que resuena con el propio ser y la experiencia, desafiando las construcciones dogmáticas del pasado.



Referencias

Kohan, A., (2013) La lectura como acontecimiento. V Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología.

Lacan,, J., (1975) Otra vez, Encore. Seminario XX

Bloom, H., (2001) The necessity of misreading. The Georgia Review. 

Roudinesco, E., Derrida, J., (2003) Y mañana, que… . Fondo de Cultura Económica

Delfino, J.. (2020) Leer en psicoanálisis: La desuposición de saber como condición de lectura en Jacques Lacan. Memorias de resúmenes. Séptimo Congreso Internacional de Investigación en Psicología.

Torregiani, M., (2018) Saber leer de otro modo: un saber leer aspirado por lo real. X Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología.

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